Te voy a hacer una pregunta, pero no es para mí, es para un@ amig@

¿Sientes que has estado toda la mañana de reunión en reunión y en el fondo sabes que todavía no te has puesto a trabajar «en lo tuyo»? ¿Notas que las reuniones a las que asistes no son del todo operativas y que el tiempo se escapa en asuntos que no aportan nada a la solución final?

Realmente a mí sí me ha pasado. En ese tipo de reuniones tú ves que asiste gente que sólo va a escuchar y a tomar nota, pero no participan en las propuestas o en los diálogos de la reunión.

Pero la raíz de este problema es que no sólo las vives tú (reuniones no operativas), también las están viviendo otras personas en tu empresa, y comprendes que cada minuto de reunión, son euros y más euros a los que no se les saca todo el jugo posible. Tu equipo está gastando el dinero de la empresa en reuniones que no llevan a nada, ni conclusiones, ni compromisos, ni objetivos cumplidos, ni nada de nada.

Se ven, ponen al día la información que han llevado a la reunión y ponen fecha para la siguiente ¿Dónde está el compromiso adquirido? ¿Se ha encontrado solución para el problema tratado? ¿Han participado todas las personas en la solución? ¿Hay ganas de aportar soluciones a la empresa?

Otra reunión más, se acumula la faena y hay que preparar otra presentación para la siguiente, pero no queda clara la solución, si la hay.

La reunión parece una clase de las que vivíamos en la universidad. Un «Aula Magna» en donde hablan unos pocos y el resto calla. Pero no debería ser así.

Si el desarrollo del día a día es así, en algún momento la desmotivación y el aburrimiento hará que la gente buena y con talento se vaya de la empresa, o peor aún, que se queden en modo «funcionario» cobrando y haciendo lo de siempre. Sin aportar ideas nuevas ni su punto de vista a las situaciones desconocidas a las que se pueda enfrentar la empresa.

Esta situación no es culpa tuya. El origen viene de nuestro propio sistema educativo. Como te he comentado antes, nos hemos acostumbrado a las clases unilaterales en las que una persona hablaba, exponía sus datos y su punto de vista y luego preguntaba a ver quién lo había entendido. Pero no el problema, sino quién había entendido su punto de vista. No había un intercambio de conocimiento.

 

Actualmente, en las reuniones de equipo en las que alguien expone, el resto calla. Sin oportunidad de aportar nada a la propuesta. En ocasiones puede ser que alguien añada algo fuera de la reunión, como cuando ibas al despacho del profesor, pero sin la clase mirando. Miedo al error.

Estas reuniones sin conclusiones llevan a la empresa al estancamiento. Cada reunión sin compromisos claros es dinero tirado a la basura. Cada decisión tomada de forma unilateral, son posibles lagunas de  información que se quedan sin cubrir, lo que lleva inevitablemente a no solucionar los problemas de raíz.

En tus reuniones quieres compartir información, pero ¿qué hay de la información que las otras personas quieren compartir contigo para solucionar el mismo problema? ¿Habrá que escuchar también la opinión del resto del equipo para que la solución sea más eficaz?¿tiene sentido, no?

Pero lo mejor de todo es que te has dado cuenta. Algo dentro de ti ha hecho saltar la chispa y te ha hecho pensar que algo tiene que cambiar.

No te enfrentas a solas a esta situación. El primer paso ya lo has dado. Déjame decirte que sí se pueden hacer reuniones en las que todo tu equipo puede participar de forma activa, aportando soluciones, con motivación por el resultado, y lo mejor de todo, de forma divertida y amena.

Pero no es «juego» todo lo que reluce. Podrás conseguir resultados muy serios y enfocados a solucionar con éxito el objetivo de la reunión que tengas entre manos. Todavía hay esperanza.

 

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